enero 29, 2014

Confines 29/Enero/2014

Estado de lectores

La convocatoria a hacer de Chiapas un estado de lectores no es menor y constituye un reto de proporciones gigantescas, sobre todo partiendo de la realidad vergonzante de un país como México donde se lee poco y de una entidad donde la lectura es casi nula. Pero de ese tamaño es el llamado de Manuel Velasco a hacer un estado de lectores, en el que deberán concurrir todas las instancias involucradas en el sector educativo de todos los niveles, porque la lectura debe incubarse desde preescolar y de ahí pa’l real.
La colocación de la primera piedra en la UNACH de lo que será el Centro Cultural Balún Canán (que hay que decirlo, es una decisión afortunada llamarlo así, porque ya chole de nombres de modas sexenales), en cuyo contexto se instalará la librería del Fondo de Cultura Económica, sirvió de plataforma del mandatario chiapaneco, quien estuvo acompañado del titular del FCE, José Carreño Carlón, y del rector de la universidad, Jaime Valls Esponda, para hacer este emplazamiento y ponerse a trabajar al respecto.
Chiapas tiene uno de los índices más bajos de lectura en todos los aspectos, no sólo de literatura, sino en libros escolares o ya no se diga de especialización. De ahí que la instalación de librerías con el prestigio del FCE represente un paso, de los muchos que habrán de darse en el estado en el largo camino de transformar una sociedad (sobre todo los jóvenes y niños) divorciada de los libros en una sociedad cuyo consumo de libros llegue por lo menos a la media nacional y abra las puertas del conocimiento.
El reto ya está lanzado. Toca ahora a las autoridades educativas, a maestros, a universidades, a promotores culturales y a todos, meterse de lleno en el tema, para darle la vuelta a la historia lamentable donde los libros sólo son un artículo de lujo, de decoración, utilería en salas y bibliotecas o, peor, artilugio para pedorrear, cuando debe ser el amigo más cercano, el pan de cada día de todos, especialmente los más pobres para que, a partir de la lectura, vean y se propongan construir un mundo diferente.

--Pues va siendo hora que Alfredo Araujo pase de las palabras a los hechos, porque ya está como Culebro Borrayas con Sabines, cual disco rayado.
Si le van a echar el guante a todos los que saquearon el SMAPA, como va, en serio.
Porque ya llevan un año diciendo lo mismo.
La neta no se debe dejar pasar este hecho tan agravante para la sociedad tuxtleca.
No son centavos ni miles sino millones de pesos los que se clavaron y nadie sabe dónde están.
La empresa pública del agua potable en la capital está en quiebra no porque sea un mal negocio, sino por el saqueo a que fue sometida.
Yassir y compinches deben aclarar paradas.
No es posible que se esté pensando en privatizar la empresa y en que los tuxtlecos paguen la millonada y los que robaron anden tan campantes.
Albertano y su Bolsa, perdón, su Elsa, vive a toda madre en Puebla y no es molestado para nada.
Carlitos Díaz es otro que living la vida loca y ni quien se acuerde de él.
Y hay otros que ocuparon cargos de directores administrativos y salieron chispados por pasarse de lanza.
¿Dónde están los expedientes que documentan el saqueo?
¿Dónde están, por ejemplo, los millones que le pagaron a un hermano de Felipe Calderón por un trabajo que no hizo en la Ciudad del Agua?
¿Es tan fácil saquear, despilfarrar, y no pase nada?
Claro, hay que reconocer que Alfredo Araujo está entrampado.
Por un lado declara que ahora sí ahí viene el lobo y que habrá cárcel para los sinvergüenzas.
Y por otro lado sus denuncias no tienen el cauce legal que debiera darse por la magnitud del saqueo.

--¿Se acuerdan de Pancho Zavala, del municipio de Reforma?
Este fulano es el prototipo del chaqueterismo político y del alineamiento no a los astros, sino al oportunismo.
Pues este sujeto empezó hace muchos años en el PRD y de ahí, luego de transar a muchos, se pasó al Verde.
Incluso fue alcalde de Reforma y ahora es secretario general del Verde en el comité municipal.
Pero resulta que aun ostentando ese cargo en el Verde lo quieren imponer como líder municipal del PRD.
Eso, obviamente, ha puesto en alerta a los perredistas que todavía quedan en ese municipio.
La cosa es que traen un pleito de aquellos porque no quieren, ni van a dejar pasar, dicen, al mentado Pancho Zavala.
Es más, lo acusan de ser un grandísimo bandido y que ha llevado al baile a muchos incautos.
Bueno, eso debe ser cierto.
Un día, cuando era perredista, Pepe López Arévalo le preguntó si era cierto lo que decían de él, que peinaba al prójimo y contestó que sí.
“Es para la causa de la izquierda”, argumentaba.
Y ahora que peina siendo del Verde, ¿será para la causa ambientalista?
No maméis y si mamáis no os colguéis.

--Lo que son las calenturas, las ganas de querer ser o simplemente las ambiciones desmedidas.
Resulta que el chabelón Asseburg Archila, que fue demandado por sus propios compañeros de partido (el PAN) ya anda desbocado.
Grita a los cuatro vientos que será el próximo presidente del Tribunal Electoral del estado.
Dice que una vez que quiten al magistrado de los bolillos, el hormiguillo y la tripa de cochi, él será el mero chicho.
Mejor se anduviera con cuidado, no le vayan a recetar una su serenata de sones chiapanecos con la marimba Peña Ríos.
¿De dónde le sale ahora que es totalmente verde, cuando él fue quien redactó la impugnación del PAN cuando la repartición de pluris?
¿Tan pronto se le pasó el amor al PAN?
Ora sí, como dice el poema de Neruda, es tan corto el amor y tan largo el olvido.
¿Y qué dirá su mero pagre, Ovidio Cortazar, de este deslinde a su partido, el PAN?
¿Consentirá la fuga de este pitufo transformado en el avispón verde así como así o lo meterá en cintura con un par de cachetadas?
¿O lo va a catafixiar por su permanencia en el gabinete?
Pos que lo piense, porque en una de esas le puede salir una espantosa equis.

--No es por echarle muchas cremas a sus tacos, pero el diputado federal Mario Guillén neta que ha resultado toda una revelación.
Llegó a la curul como suplente de Eduardo Ramírez.
Cuando Ramírez pidió licencia para irse de secretario de gobierno, Mario asumió la diputación.
Y cuando muchos pensaban que llegaría a dormir la mona o a disfrutar de la beca, que le va saliendo lo chambeador.
Es una cosa que no tiene sosiego, anda del tingo al tango.
Por ejemplo, en diciembre durante el periodo de receso del congreso de la Unión, no se fue de vacaciones ni se hizo el perdido.
Se le vio todos los días trabajando en su distrito, recorriéndolo, llevando ayudas y asumiendo nuevos compromisos.
Ojalá otros legisladores hicieran lo mismo, no que ahí andan de pasguatos o de choreros sin beneficio.

--Con tanto argüende se le había pasado al confinero comentar lo de la muerte de José Emilio Pacheco.
Es una muerte muy sentida, muy lamentable, porque JEP es uno de los escritores fundamentales no sólo para las letras, sino el mentado confinero.
Las batallas en el desierto, Los elementos de la noche y El principio del placer, son obras imprescindibles.
Tuvo, tiene, José Emilio la virtud de hacer que lo que escribe parezca fácil, pero como decía Benito Taibo, escribir fácil es lo más difícil del mundo.
JEP tenía otra virtud, era, como decía Monsi de Tito Monterroso, misericordiosamente breve.
Nunca necesitó escribir un libro de 500 o más páginas para decir lo que tenía que decir.
Sus historias, sus poemas, son concretos, fáciles de leer, pero con una profundidad inconmensurable.
Ahora, con su muerte, el confinero ha leído cosas estupendas, maravillosas en torno a su persona y obra.
Discreto, enemigo de la fastuosidad y el engreimiento que muchos intelectuales suelen padecer.
El día que le entregaron el Premio Cervantes tuvo que vestirse de frac, de pingüino dijo él.
Y cuando iba camino a recibir el premio se le cayeron los pantalones.
“Estas cosas son las que hacen que uno sea terrenal”, dijo.
Sonriente con los periodistas, dijo que era un antídoto contra la vanidad.
Y así era JEP.
El confinero conoció a José Emilio Pacheco con Las batallas en el desierto.
Luego, en un artículo en La Jornada por la celebración de los primeros 40 años de Monsiváis como escritor.
En ese texto, JEP narraba cómo conoció a Monsi y de cómo hicieron un pacto para que ninguno de los dos revelara el poema del otro.
Eran muy malos, dijo.
Para el primer encuentro, JEP habló por teléfono con Monsi y éste lo citó en la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
“¿Y cómo lo reconoceré, señor Monsiváis?”, preguntó el joven Pacheco.
“No te preocupes, contestó Monsi, llevaré un clavel rojo en la solapa”. Y soltó la carcajada.
Hoy seguramente, José Emilio Pacheco habrá reconocido a su entrañable amigo Monsiváis por el clavel rojo en la solapa.

--AVISO INOPORTUNO.
¿Quiere distraer la atención? ¿O simplemente quiere hacer bromas macabras? Se rentan, para toda ocasión, Bandas de camionetas blancas con refrigeración y Bandas traficantes de órganos.

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