julio 07, 2011

Confines 7/Julio/2011

Vida materna

En la tarde noche del 23 de febrero de 1994 (bien presente lo tengo yo, porque andaba hasta las manitas de pedo con un grupo de amigos, entre ellos un italiano que no salía de su asombro de cómo, sin hacer gestos, empacábamos nuestro santo trago) en la catedral de San Cristóbal hubo una conferencia de prensa del subcomandante Marcos y, la víspera del Día de la Bandera, dijo: “Venimos a preguntarle a la patria, a nuestra patria, ¿por qué nos dejó ahí tantos y tantos años? ¿Por qué nos dejó ahí con tantas muertes?
“Y queremos preguntarle otra vez, a través de ustedes, ¿por qué es necesario matar y morir para que ustedes, y a través de ustedes, todo el mundo, escuchen a Ramona —que está aquí— decir cosas tan terribles como que las mujeres indígenas quieren vivir, quieren estudiar, quieren hospitales, quieren medicinas, quieren escuelas, quieren alimentos, quieren respeto, quieren justicia, quieren dignidad? ¿Por qué es necesario matar y morir para que pueda venir Ramona y puedan ustedes poner atención a lo que ella dice?
“¿Por qué es necesario que Laura, Ana María, Irma, Elisa, Silvia y tantas mujeres indígenas hayan tenido que agarrar un arma, hacerse soldados, en lugar de hacerse doctoras, licenciadas, ingenieros, maestras? ¿Por qué es necesario que mueran los que murieron? ¿Por qué es necesario matar y morir? ¿Qué ocurre en este país? Y hablamos a todos: a los gobernantes y a los gobernados. ¿Qué ocurre en este país que es necesario matar y morir para decir unas palabras pequeñas y verdaderas sin que se pierdan en el olvido?”
De esa noche a estos días muchas cosas han cambiado. Hoy en Chiapas hay una política específica, determinante, que protege a la mujer, que procura su cuidado, que la asiste en su salud y evita la muerte materna, disminuida en porcentaje importante a partir de programas sociales de salud, con clínicas de la mujer, capacitación a parteras, atención especializada, apoyos directos e integrales, política de empoderamiento, protección contra el maltrato y muchas acciones más que prefiguran un horizonte distinto.

--Si los expresidentes de dos docenas de municipios pensaban que ya se habían olvidado de sus pendientes, pues no, los tienen bien presentes y en la mira.
Son tan burros que ni siquiera pidieron una prórroga a que tienen derecho.
No, simplemente les valió madres.
Ahí lo dejaron a la buena de Dios y rogando que a los diputados se les pasara por alto.
Pero nel pastel.
La presidenta de Comisión de Hacienda del congreso, Rosario Pariente Gavito, dijo que son 24 municipios los que no cumplieron.
Y no cumplieron de manera definitiva con la entrega de la Cuenta Pública Anual 2010.
Estos exalcaldes, para los tenga bien ubicados, son de Chanal, Chenalhó, Chicoasén, El Porvenir, El Bosque, Huehuetán y Huixtla.
Están también el de Metapa de Domínguez, Solosuchiapa, Yajalón, Zinacantán, Tuxtla Chico.
Pura chulada de personas.
Portentos de eficacia, ejemplos de chingonería y monumentos al cinismo.
Y muchos de ellos ya andan de calenturientos apuntándose a una diputación o ya, jodidos, repetir en la alcaldía.
¿A poco no es un exceso de procacidad?
Y de que les va a cargar el payaso, se los va a cargar.
Nomás es cuestión de tiempo.
Y ni Dios Padre los va a salvar.
Así que ni se haga ilusión, por ejemplo, el famoso pillo Lugardo de Huixtla de que su hermano, el Boca Chula, lo va a salvar.

--Por cierto, hablando de aquel 23 de febrero de 1994, Manuel Camacho se aferraba a la bandera que desplegó el subcomandante Marcos.
Decía Marcos esa noche:
“Venimos a la ciudad y encontramos esta bandera, nuestra bandera.
“Eso encontramos; no encontramos dinero, no encontramos riquezas, no encontramos nadie que nos escuchara otra vez.
“Encontramos la ciudad vacía y sólo encontramos esta bandera.
“Venimos a la ciudad y encontramos esta bandera y vimos que bajo esta bandera vive la Patria.
“No la Patria que ha quedado olvidada en los libros y en los museos, sino la que vive, la única, la dolorosa, la de la esperanza.
“Esta es la bandera de México, nuestra bandera.
“Bajo esta bandera vive y muere una parte del país, cuya existencia era ignorada y despreciada por los poderosos.
“Muertes y muertes se iban sumando bajo el cielo de esta bandera, sin que otros mexicanos voltearan: ustedes.
“¿Por qué tenemos que dormir con las botas puestas y el alma en un hilo cuidando esta bandera?
“¿Por qué brincamos selva, montañas, valles, cañadas, caminos reales y carreteras cargando y cuidando esta bandera?
“¿Por qué la traemos con nosotros como la única esperanza de democracia, libertad y justicia?
“¿Por qué las armas acompañan y velan día y noche esta bandera, nuestra bandera?
“¿Por qué?
“Y nosotros queremos preguntarles si hay otra forma de vivir bajo esta bandera, otra forma de vivir con dignidad y justicia bajo esta bandera.
“Ustedes nos han dicho que sí; nos han hablado con palabras de verdad, nos hablan al corazón diciendo: denle una oportunidad a la paz”.
Y Camacho Solís empuñaba una esquinita de la bandera, se aferraba a ella como ahora se aferra a las bravuconadas y necedades del peje.
¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces?
Don Samuel Ruiz ya muerto, el subcomandante Marcos perdido y Camacho Solís negando lo innegable y postulando lo absurdo.

--Trascendió que la delegación de periodistas chinos que visita Chiapas sostendrá una reunión con los descendientes de Lin May.
Entre los nativos de estas tierras pero que traen ascendencia amarilla están el chino Pastrana, el chino Vicente, el Chalió, Yau Dorri, entre otros.
La idea es intercambiar puntos de vista.
Que los chinos abran los ojos, pues.
Urro, eso sí que está en chino.

--A más de uno le ardió aquellito ayer que se comentó aquí lo publicado en Reforma sobre la sucesión local en 2012.
Hubo reacciones por vías distintas.
Es que en Reforma se dijo que había en Chiapas la intención de postular a la señora Isabel Aguilera para gobernadora.
Y que a eso obedecía las reformas constitucionales en el apartado de los requisitos y la ciudadanía chiapaneca.
Lo que se le olvidó al confinero es comentar que el origen de ese comentario en la columna Templo Mayor tiene ligas poblanas frailescanas.
Previo a la publicación del comentario en Tempo Mayor se documentó una reunión de Roberto Zamarripa, de Reforma, y Rubén Velásquez.
Como dicen allá en el pueblo, ¿qué casualidad?
¿Cuál es la preocupación del senador para promover comentarios al respecto?
¿De verdad cree en la posibilidad de contender por la gubernatura?
Ta’ cabrón.

--Hay unos que se pasan de lanza y ya andan repartiendo candidaturas a granel.
Claro, previa mochada.
Lo jodido es que hay ingenuos que se lo creen.
Eso pasa con el diputado Ortiz del Carpio que trae encuerdados a unos de El Bosque, Huitiupán, Bochil y Simojovel.
Les ha prometido la candidatura del PRI y por esa promesa les ha pedido algo de recuperación “pa’ operar”.
¿Operar qué?
Ya no se diga los negocios con paquetes agropecuarios y otros programas sociales, con los que el señor diputado se sirve con la cuchara grande.
Porque no crea que el fulano es tan desprendido y generoso.
No da paso sin huarache y no está de gestor por beato o magnánimo, sino por interesado.
Es el reino del uno pa’ ti, uno pa’ mí.

--Tiene razón Sergio Rayo Cruz que los gasolinazos y el pirataje llevan a la quiebra al transporte concesionado.
Son un mal con el que deben convivir y sortear, pero no siempre es posible salir sin ningún rasguño.
Porque hay que decir que el transporte legal cumple con todos las obligaciones fiscales y los otros, los piratas no.
Es como los famosos carros chocolates que no pagan tenencia ni nada.
Y encima de eso se sienten intocables, muy salsitas y andan de sácale punta con la sociedad y la autoridad.
Es un desafío constante para las autoridades y los propios transportistas superar esa competencia ilegal.
De ahí que a Sergio Rayo Cruz le asista la razón al decir que los gasolinazos y el pirataje son el cáncer para el transporte.
Y lo cabrón es que cuando los quieren regularizar no quieren porque les resulta mejor como están, al margen de obligaciones.

--AVISO INOPORTUNO.
Pueden aspirar a la gubernatura los hijos de madre o padres chiapanecos; los que de plano no pueden aspirar son los hijos, pero la chingada.

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