diciembre 14, 2006

Confines, 15/Dic/2006

Tronco de cambio


Por su más pura y cholenca gana, Mariano Palacios Alcocer quitó al Perro Aguayo de delegado del CEN del PRI y en su lugar impuso a José Antonio Aguilar Bodegas, cuya oferta es hacer ganar en 2007 a los candidatos a alcaldes y diputados, justamente en los mismos lugares y con la misma gente donde mordió el polvo el 20 de agosto. ¿Dónde está el chiste de eso? ¿Es un afán de crucificarse, hacerse el harakiri o simples ganas de joder?

No se entiende cuál es la razón de echarle más sal a la herida. No hay utilidad en el relevo de delegado. A menos que la intención (y ese debiera ser el compromiso) sea lanzar la convocatoria para elegir a la nueva dirigencia estatal del PRI, en un proceso abierto donde el que tenga más saliva trague más pinole. Aunque se entendería (y así es) que el delegado opere para hacer ganar a su candidato, con la desventaja de ser un perdedor.

Sin embargo, aunque la condición de perdedor del nuevo delegado empareje las condiciones con otros grupos que no tienen ni el control del partido ni del millón 80 mil pesos mensuales de prerrogativas que sí tiene Josean, es un hecho lamentable, inmoral y contraproducente que dejen en sus manos la conducción del PRI, cuando impera la exigencia de renovar, oxigenar y dignificar a ese partido para enfrentar el proceso electoral.

La segunda imposición de Aguilar Bodegas en el PRI (primero como candidato y ahora como delegado) tiene un sabor a burla de la dirigencia nacional hacia los priístas chiapanecos. No es por ese camino como se recuperará el terreno perdido ni se encontrará la avalancha ciudadana que devuelva al PRI sus mejores tiempos. Jamás con los peores perfiles priístas la gente se volcará a darle su confianza. Sólo que sean sadomasoquistas.


--En un pueblo tan argüendero como el nuestro no se concibe que la difamación se contemple en algún código.

El chisme, la murmuración, es connatural del ser chiapaneco.
Es una condición histórica, no una defensa novedosa ni oportunista al derecho de hablar mal del prójimo.
¿Qué sería de nosotros, de los pueblos chiapanecos, si se nos negara el derecho a bajarle el cuero al vecino?
Eso es contranatura.
Por eso no hay nada que celebrar con la despenalización de los (Ay, qué risa) llamados delitos contra el honor.
¿Cuál honor?
Chingón sería desaparecer de todo código (penal, civil y hasta del Código Da Vinci) el delito de difamación.
No hay razón de ser de ese delito.
Los chiapacorceños, por ejemplo, tienen en el argüende un motivo de vida.
¿Qué sería de los culo pinto sin poder poner apodos?
¿Imagínese, no poder echar sus habladas de doña María Bolsa, don Pedro Coyolón, de José Changa o tía Petumota?
¿O qué sería de la bien ganada fama de los de Villaflor de ser los más pulcros y eminentes levantafalsos?
Que por una pinchi ley ya no puedan decir nada de El Picho, descendiente del famoso tablajero Auspicio, especialista en preparar cabeza horneada.
Pero eso sí, de pura vaca muda, porque qué casualidad que ninguna de sus cabezas se le encontró lengua nunca.
Antes de meterla al horno ya había desaparecido la lengua.
Ahora póngase a pensar en los comitecos, tan doctos en mandar anónimos.
Y que se sepa, ningún anónimo que se precie de ser comiteco puede no ser infamatorio.
Por excelencia, todos lo son.
En conclusión, pasar el delito de difamación de un código a otro no es nada de otro mundo, simplemente es negar la historia.
Es asediar el derecho inalienable del chiapaneco de echar sus habladas de quien quiera, por rencor o por el puro gusto.

--Oscar Oliva como siempre anduvo en el arcano buscando musas para sus poemas, no se dio cuenta que en la tierra su gente hacía chingadera y media.

Uno de esos personajes desleales es Juan Carlos Ramos Treviño, de la Red de Bibliotecas.
No obstante tener la confianza del poeta Oliva, armó su borlote para crear un sindicato de güevones de la cultura.
Un sindicato que por cierto está en litigo en la Junta de Conciliación y Arbitraje por su improcedencia.
Ramos Treviño no se ha destacado por ser un funcionario leal y eficiente, sino por grillo y pendenciero.
Recientemente se ha dado a la tarea de andar generando odio entre los trabajadores del Coneculta.
A través de Lucy Ovilla y Ramón Alonso de Dios anda recolectando firmas para protestar contra el nuevo titular de Coneculta.
Por supuesto que los empleados del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes no han firmado el escrito.
Ni modos que le den gusto a este trío de vividores para que sigan haciendo y deshaciendo en el Coneculta.
Lo que no quieren los tres cochinitos es que la nueva administración de Coneculta descubra el cochinero con el poeta Oliva.
Como quien dice, ya se les acabó el veinte y se resisten a aceptar la realidad.

--El cínico delegado de Sedesol por un ratito, Francisco Antonio Rojas Toledo, ya agarró muy en serio su designación.
Que no se olvide que para ser delegado de planta necesita pasar un examen de oposición.
No es así nomás, ya sos delegado y ya.
Si no que le pregunte al bombón Cal y Mayor Franco que salió chispado de la delegación de Semarnat.
Más vale que tenga presente el cínico médico Rojas Toledo que su cargo es eventual, nomás de 2 meses.
Por eso no tiene caso que ande corriendo a medio mundo de la nómina de confianza.
Está bien que tenga que acomodar al montón de gente que le ofreció chamba si ganaba la gubernatura, pero la Sedesol no es la gubernatura.
Lo prudente, lo moral, sería que se vaya con tiento, con serenidad.
La pregunta es: ¿cabe pedirle eso a un deschavetado y cínico como Paco Rojas?
Eso sí que ni qué.

--Lo que sea de cada quien, los nombramientos en la mayoría de las subsecretarías de la secretaría de Gobierno están de pelos.
Empezando por Ángel Córdova, subsecretario general de Gobierno.
Juan Humberto Carpio Tovilla es garantía de eficacia en la subsecretaría de Servicios de Gobierno.
Otro que destaca es el jovencísimo Alejandro Gamboa López como subsecretario de Relaciones Políticas.
Luis Raquel Cal y Mayor Franco sin duda hará espléndido trabajo como subsecretario regional en la Frailesca.
Ya no se diga de Carlos Pano Becerra en el Soconusco, Romeo Moscoso en el Norte y Ricardo Domínguez en la Costa.
La incorporación de estos chiapanecos a la secretaría de Gobierno auguran una excelente operación política.
Se les desea que cumplan eficazmente porque por ellos pasa la gobernabilidad del estado.

--Arely Madrid lanzó rayos y centellas contra la imposición de Aguilar Bodegas como dueño del PRI.
Ojalá mantenga esa posición y no le soben el lomo con alguna promesa.
Su firmeza sería el mejor regalo de navidad y año nuevo.
Así no andaría enviando un racimo de guineo y un six de cervezas Noche Buena como regalo.

jjbalcazar@hotmail.com

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