noviembre 07, 2006

Confines, 07-Nov-2006

Retos universitarios


La Universidad Autónoma de Chiapas entrará en diciembre a una nueva etapa, acabará una de medianía y se espera inicie otra de impulso, academia verdadera y de inteligencia. A eso se aspira con la renovación de la rectoría que ha pasado los últimos cuatro años siendo presa y víctima de la cabecita cuadrada del ingeniero Ordóñez que no supo nunca dirigir la universidad y la convirtió en su feudo para los cuates, la familia y una que otra querida.

Pretensos hay muchos. La lista es larga y en ella hay hasta vividores que en su tiznada vida han leído un libro, impartido una clase, realizado una investigación o asesorado a alguien en una tesis. Como vieron que un grandísimo inútil de Ingeniería aguantó los cuatro años se les antojó que también ellos pueden hacerse cargo de la colina universitaria. Pero el reto es mayúsculo. La universidad demanda el concurso de gente inteligente.

Pero en esa lista los hay también quienes sí cumplen con el requisito de aspirar a la rectoría. Chiapanecos que con su trabajo, conducta profesional, ética y comprometida con la investigación, la academia y el desarrollo del estado, han acreditado por qué están siendo considerados y en la antesala de ocupar el cargo que, gracias a Dios y a la virgen purísima, dejará Ordóñez en diciembre como regalo anticipado de navidad.

La Unach ya no está para ser cuota de poder a un líder de partido, pago a un engañabobos, cesión a un chantajista o herencia para el grupo del actual rector. La Unach requiere, en principio, ser vista como el espacio de donde el estado puede sustentar su desarrollo a mediano y largo plazo. Se necesita, por ello, de aquellos que hayan demostrado con eficacia su capacidad, inteligencia y honestidad en el ámbito de su profesión.

--Para qué andarle buscando chichis a las culebras en el caso de la elección de la nueva dirigencia estatal del PRD.
Carlos Esquinca es ya el nuevo líder por voluntad de los consejeros de ese partido y punto.
Lo que haga o deje de hacer el tal Margarito Ruiz es muy su cuento.
Lo que no está bien es andar endosando esa bronca a quien ni vela tiene en el entierro.
Por ahí se trató de colgarle el sambenito al senador Rubén Velásquez y eso no está bien.
¿Con qué objeto se interesaría el senador meterse en camisa de once varas?
Ahora, ¿por qué lo involucran en un asunto del que está por completo desentendido?
Es fácil de deducir.
Rubén Velásquez dentro del PRD es un activo político valioso y no falta quien quiera colgarse de eso.
También hay otros que se tragan ese cuento y dan por hecho que detrás de los pataleos del Margarito está el senador.
Ni está detrás (ni que fuera sus nachas) ni tiene interés de andar entre las patas de los caballos.
¿Cuál es la mejor prueba del dicho del confinero?
La mejor prueba es que cuando se decidió la candidatura del PRD el más disciplinado fue Rubén Velásquez.
No se anduvo por las ramas y como los hombrecitos se mordió su coyolito y se cuadró al peje y Sabines.
Si en aquel entonces se alineó, cuantimás ahorita que es la dirigencia de un partido.
Ni que fuera más importante el tal Margarito que la candidatura a gobernador que era suya, la tuvo y la dejó ir, como dice el perro Bermúdez.
Bueno, no la dejó ir, así tuvo que ser por las circunstancias políticas y, ni modo, no quedó otra que apechugar.

--Que estuvo perro el agarrón de Saúl Martínez con Manuelón Escobar.
Que el electricista jubilado le clavó los dientes en los pectorales al líder espurio de la CTM.
Dicen que hasta media chichi le partió de tan brutal mordedura.

--Ante la especulación de la ausencia del confinero toda la semana pasada, va la explicación.
No estaba enfermo ni fue castigado ni se peleó con nadie ni se insubordinó.
Simplemente aprovechó el puente del Día de Muertos y se fue de vacaciones.
Uy, hubiera visto ese viaje de placer para cautivar el ocio.
No es por presumir, pero unas vacaciones de envidia con VTP.
Para no hacerles largo el cuento el confinero agarró cuanto tiliche pudo y enfiló camino.
La primera parada del largo viaje fue en la ribera Las Flechas a degustar una mojarra frita.
El segundo punto fue la ribera de Cupía a robar un poco de jocote chapía en los terrenos cercanos a la carretera.
Donde no tuvo máuser las vacaciones fue cuando llegó al vado del río de Galecio.
Clavados y más clavados en las aguas chocolatozas del río crecido por las lluvias.
El final del viaje fue en el corral del nuevo aeropuerto Ángel Albino Corzo.
Detrás de las rejas, confinero y familia, disfrutaron viendo los aviones aterrizar y despegar.
Una experiencia de poca.

--Galán se echó ayer su veintena de tacos en el parque Morelos el próximo secretario de Hacienda del gobierno sabinista.
El cucho, como cariñosamente se le conoce a Juan Carlos Coello Montero, se codeó con el peludaje.
Bajó de la nube más alta que andaba. Urro, ni que fuera el Cornelio Reina.
El cucho se detuvo y metió entre la multitud que con desesperación hambrienta exigía sus tacos.
Por su aspecto de próximo funcionario de primer nivel de inmediato fue atendido.
Se reventó seis de nana, cuatro de buche, tres de tripa, dos de cuerito y cinco de cachete.
Le ofrecieron de criadilla, pero dijo que tiene bien puestos sus coyolitos y que no necesita ingerir de esos tacos.
‘Toy bien dotado para asumir la secretaría de Hacienda en cuanto Sabines me lo pida, dijo.

--El concierto de Joaquín Sabina fue una chingonería.
El Polifórum lleno, excepto algunos lugares de la zona azul que está en casa de la tiznada, hasta mero arriba.
Sabina arrancó de todo en su presentación.
Su voz pastosa por el exceso de alcohol y tabaco condujo a los asistentes por un viaje maravilloso de su repertorio.
Fueron más de 20 años de recorrido en poco más de dos horas de concierto.
Sabina hizo caminar a más de 4 mil 500 personas por caminos ya olvidados pero atizados por su música.
Escuchar a Sabina es volver sobre nuestros propios pasos, andados en el tiempo del amor, del desamor, de la alegría, de la tristeza.
Sabina nos hace evocar calle melancolía y nos hace vibrar con Princesa.
Mucho Sabina.

--Que el doctor Carlos Rincón Ramírez no quiere ser rector (ni rectora, obvio).

Que no quiere queso, sino salir de la ratonera.
Que no quiere oro ni quiere plata.
Ora sí como dice la canción de la chica fresa ¿qué quiere la nena, qué quiere la chica fresa?
Lo que quiere el doctor es negociar como un millón de pesos que adeuda de un programa universitario que administra.
¿Será posible tanta belleza?
Como si la rectoría de la universidad fuera cosa de yo brinco, me pongo mis moños, para ver qué me dan.
Ya, pues, señores, la universidad es cosa seria y el que se pase de lanza que se aguante.

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